domingo, 6 de febrero de 2011

Cuarto Baúl #2 contra las ideologías

Las ideas, como los tiburones, si se detienen se hunden en el fondo abisal y el pensamiento muere.


Cuando el pensamiento se detiene, las ideas -materia líquida, magma en constante ebullición- cristalizan, se fosilizan y se convierten en ideología: inmóvil doctrina incapaz de modificarse. Y esto tiene consecuencias fatales para el intelecto, puesto que el mundo no deja jamás de moverse, y nuestra perspectivas varía a cada momento. La mente atrapada por la ideología pierde la capacidad de adaptación y evolución y es víctima de una esclerosis intelectual de consecuencias fatales. Tener sólidos principios, tanto éticos como filosóficos es una ventaja, siempre que el pensamiento esté en constante movimiento, y presto a la revisión de todas las ideas preconcebidas; es decir, el mecanismo mental tiene que ser revisado y puesto a punto diariamente, y así el hombre se convierte en un mecánico y fontanero de su propia maquinaria, que tiene que auto-repararse para conservar su agilidad y eficacia. Es una tarea que no tiene fin, aunque persiga una finalidad: aproximarse a la verdad. El relativismo no significa indiferencia, sino todo lo contrario: establecer diferencias, hacer distinciones; crear un sistema, un método de trabajo permeable a la crítica, y adaptado al universo cambiante; susceptible de producir la redefinición de los procesos mentales y  favorecedor de la constante elaboración de teorías. Teorías que deben sucesivamente ser sustituidas por aquellas otras que mejor se ajusten a la evidencia de la realidad y a su explicación en terminos racionales y coherentes entre si. 
Así alcanzamos la formulación paradójica pero certera de nuestra conclusión de hoy: La única manera de ser fiel a nuestros principios es cambiándolos cuando sea necesario, pues la honestidad intelectual es la base de cualquier principio filosófico digno de mantenerse como tal: reconocer los errores aunque duelan y corregirlos. 
Las ideas, como los tiburones, si se detienen se hunden en el fondo abisal y el pensamiento muere.

el cerebro puede autorrepararse

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